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En el contexto actual que atraviesa el país, donde la crisis parece que está remitiendo, las empresas familiares han seguido creciendo y avanzando. ¿La clave? Apostar por un modelo de liderazgo basado en valores tradicionales e innovación adaptativa.

Durante este tiempo, las empresas han desarrollado la inteligencia de mercado, con el fin de identificar qué está pasando en él, y apostando por la innovación para adaptarse a estos cambios.

El I+D, del que tanto hemos oído hablar, dota a las empresas de la capacidad para desarrollar productos, servicios o procesos propios, que proporcionan a la compañía una ventaja competitiva respecto a las demás. Por otro lado, el desarrollo estratégico también es fundamental si la empresa quiere seguir creciendo, pues estamos en un mundo globalizado, y la internacionalización se ha convertido en una oportunidad.

Las claves que mencionábamos al inicio -los valores tradicionales y la innovación adaptativa- mejoran de manera sustancial a una empresa, pues éstas, optan por el cuidado del talento, convertido en uno de los recursos vitales de las organizaciones. Esta ética es valorada muy positivamente dado que, en muchos sectores de la sociedad ya se ha perdido. Además, cuidar a los empleados contribuye a la construcción de marca, para hacerla fuerte.

Asimismo, la innovación adaptativa suele darse por el relevo generacional dentro de la compañía, con lo cual se adapta a los cambios del mercado, sin perder los valores tradicionales que los fundadores crearon. Por ello, este cambio generacional será más ventajoso si se pone al mando un líder emprendedor, que ayude al crecimiento y a la rentabilidad del negocio. Y las nuevas tecnologías, si se sabe aprovechar todo su potencial, serán herramientas muy útiles que ayudarán a emprender y a ser más competitivos.

En resumen, que nunca se pierdan las ganas, la pasión y la energía para seguir creciendo.