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Emprender después de los 40 puede parecer una tarea nada fácil, pero la edad no debería ser un impedimento para llevar a cabo aquél proyecto empresarial en el que se lleva tiempo soñando. Y es que, una vez que consigas concretar la idea y lanzarte a materializarla, nada te podrá parar.

Y para que no pierdas la ilusión de iniciar tu proyecto personal, te explicamos dónde reside la motivación que hará que tu energía esté siempre al máximo nivel. Así pues, debemos distinguir entre la motivación externa y motivación interna.

Motivación externa

En el primer caso, la motivación externa proviene de factores externos, fruto de una consecuencia que afecta directamente a tu vida y que se escapa a tu control. Esta motivación es la que nos hace reacción por las necesidades o circunstancias del entorno, y por este motivo, nos reactiva.

Durante los años en que la crisis ha azotado fuertemente nuestro país, muchas personas que se quedaron sin trabajo, vieron en el autoempleo una nueva oportunidad para reincorporarse al mercado laboral.

Motivación interna

La motivación interna, es “nuestra” motivación, la más positiva y la que nos impulsa a llevar adelante nuestros intereses. La desarrolla de manera natural las personas emprendedoras y es la más efectiva porque te impulsará para hacer realidad todo lo que te propongas.

Es posible que las ganas de emprender tu propio negocio se deban a tus ganas de mejorar algún aspecto de la sociedad. Que hayas detectado una idea de negocio que puede ayudar a los demás, ya que con tu amplia experiencia y conocimiento puedes aportar una solución a un problema, y que además te vas a ganar la vida con ello.

Tu motivación interna puede residir en tu voluntad de dejar un legado a tus hijos, sirviéndoles de referente y marcando una dirección hacia el futuro. O bien, puede que tu motivación la encuentres en tu propio crecimiento personal.

Así pues, encuentra tus principales fuentes de motivación y serás capaz de desarrollar tus capacidades y/o habilidades,  que te harán destacar.